- Vía respiratoria: Es la más frecuente y la de mayor trascendencia en toxicología laboral; es también la más rápida, al menos para gases y vapores, ya que el tóxico una vez que llega a los alveolos pulmonares ha de atravesar el epitelio alveolo-capilar que es una membrana muy fina y de gran superficie. Los gases y vapores se absorben por difusión con gran facilidad sobre todo cuando se trata de compuestos liposolubles. La velocidad de difusión dependerá principalmente del gradiente de concentración existente a un lado y otro de la membrana, es decir en el aire alveolar y en la sangre.
Vía dérmica: La piel es una barrera de alta resistencia a los agentes exteriores, sin embargo algunos tóxicos pueden ser absorbidos por la piel en cantidad suficiente para producir efectos en otros órganos. La absorción de los tóxicos a través de la piel depende del estado de la piel, la permeabilidad de sustancias hidrófilas y lipófilas se aumenta cuando la piel está dañada bien por enfermedades de la piel o por haber estado en contacto con agentes lesivos como detergentes, disolventes, fenol, ácidos fuertes etc. que puedan alterar la integridad de la piel y de esta forma aumentar su permeabilidad a las sustancias químicas
- Vía digestiva: la asimilación del contaminante por el tracto digestivo suele ir asociada a malas prácticas de higiene por parte del trabajador como masticar chicle, comer o beber en el puesto de trabajo
- Vía parenteral: es la asimilación de contaminantes por medio de heridas o erosiones en la piel o por inoculación directa. Está vía de asimilación es casi siempre accidental y cobra gran importancia en el caso de contaminantes biológicos.